Por Gabriel Plaza // Fotografías: Lucía Silva.
La temperatura está cerca de los cinco grados, pero sobre la avenida 18 de Julio hay una cola que sale del teatro Zitarrosa y llega hasta la esquina. Catherine Vergues, la nueva revelación musical de Paysandú, está por cerrar oficialmente la cuarta edición del Mercado de la Música a sala llena. El público se mezcla en el hall del teatro. La tribu rockera y psicodélica que sale de ver a la banda Alucinaciones en Familia y Flor Sakeo, que tocaron en el horario más temprano, levantando el voltaje y la temperatura de la sala, se cruzan con los seguidores de la folclorista que gustan de las chamarritas y los milongones.
Ese encuentro de estilos fue parte del espíritu de la cuarta edición del Mercado Uruguay Musical: un mapeo de lo que sucede en la nueva escena uruguaya para mostrarlo al público local y a una treintena de productores, programadores y curadores, llegados desde Chile, Brasil, Argentina y diferentes ciudades del Uruguay.
La cuarta edición del Mercado de Música Uruguay Musical fue una coproducción entre la Fundación Fans de la Música y la Sala Zitarrosa, y se desarrolló entre el jueves 22 y el sábado 25 de mayo, en distintas sedes: Sala Zitarrosa, (núcleo de los showcases), Sala Corchea (lugar de conferencias sobre comunicación, inteligencia artificial y perspectiva de género), AGADU (donde se realizaron las rondas de encuentros entre músicos y programadores), Bluzz Bar (espacio para las noches electrónicas), y Café La Diaria (espacio para charlas sobre la circulación de música y el periodismo musical). Todas las actividades fueron libres y gratuitas.
El encuentro puso a la música en el centro y reflejó la diversidad de escenas que circulan por Montevideo. Tras una convocatoria abierta y una curaduría previa, quedaron seleccionados alrededor de veinte proyectos musicales. Lo interesante fue como todas esas capas sonoras, que atraviesan la ciudad, confluyeron en el mercado. Así en la primera noche convivieron la propuesta instrumental de Batimento Dúo, un proyecto de tango que se afianza en el diálogo de las dos guitarras y un contrabajo de apoyo; las canciones sentidas de acento patagónico de Camila Warner y Lu Mársico; la propuesta instrumental y sugerente del ensamble Pájaros Kiltros de Chile, la energía folk de Hermanas Ramundey, y los sonidos y estribillos pop de Juano.
Durante el día concentró la atención el encuentro de los periodistas Belén Fourment de El País, Ignacio Martínez de La Diaria, Kristel Latecki de la agenda Piiila, y Javier Alfonso de Búsqueda, que reflexionaron sobre el rol del periodismo musical en la actualidad y dieron las claves del oficio en un contexto del cambio de paradigma de las redes sociales. Por la tarde, una charla de gestoras musicales, giró alrededor de la equidad y los proyectos con perspectiva de género.
Mientras que el cierre de la jornada fue el debut en el mercado de las Cápsulas Electrónicas en Bluzz, una sección dedicada a reflejar a las productoras mujeres que trabajan en vertientes musicales como el electropop, los sonidos experimentales y el género urbano. En la primera noche sorprendieron artistas como Rodra, Phoro y Julia Inés, llegada desde Argentina.
En el segundo día, las actividades comenzaron temprano en el Café La Diaria, con el paisaje de fondo del Teatro Solís. Allí, Cecilia Canessa, directora de la Sala Zitarrosa junto a Sheila Bonino de la fundación Fans de la Música, hablaron de la creación de un circuito de circulación musical entre Brasil, Chile y Argentina. “Estos encuentros sirven para fortalecer los vínculos entre todos estos países y generar una red de circulación para la música en esta región sur”, dijo Bonino. Más tarde en la sala Corchea, Nicolás Madoery, especializado en nuevas tendencias, ofreció una charla sobre todas las herramientas que brinda la Inteligencia Artificial y como puede ser aplicada a la gestión de la música independiente.
Los conciertos de media hora por la tarde/noche, fueron, sin duda, el centro de atención de los programadores. La sofisticada dupla que formaron para la ocasión Gonzalo Deniz y Maria Viola, crearon un clima intimista dentro de la canción indie. Luego Los Catadores de Gazpacho tradujeron la atmósfera de los años treinta con ese sonido del jazz tradicional, al estilo dixieland, como banda de sonido de una película muda. La cantautora Papina de Palma, se dejó guiar por la frescura de sus versos, el sonido folklórico y pop de su banda y canciones que hablan de las relaciones en tiempos modernos. Mientras que La Ventolera, ofreció esa particular mixtura entre el ensamble de vientos y la cuerda de tambores, para crear un original collage entre el jazz contemporáneo y el candombe, donde brilló la versión del clásico “Baile de los morenos”.
A pesar del viento cruzado en la esquina del Bluzz Bar, otra de las sedes del mercado, el pequeño reducto exudó transpiración y baile. Primero la DJ y productora Rasenk, golpeó en el pecho con sus beats contundentes y su flow poderoso. Después Ino Guridi, con su trío de sintetizadores y batería, encendió la pista de baile con su electrónica montevideana y sus samplers de Jaime Roos. La argentina Dafne Usorach mostró otra vertiente de la canción digital con su loop set. Mientras que VeRa subió los BPM mostrando el sonido dance y syntpop de los ochenta, revelando la ductilidad de una escena digital, que empieza a tender puentes en el Río de la Plata.
En el tercer día del mercado de la música, los programadores entraron en confianza- algunos se conocían de otros encuentros y otros se veían por primera vez- y empezaban a pensar en futuras colaboraciones. Los artistas que podían tener contacto con directores de festivales o curadores de espacios en diferentes países, también le empezaban a encontrar el ritmo natural a los encuentros más distendidos, entre conversaciones y mates en el salón de AGADU, donde previamente ofreció una charla sobre producción musical el artista venezolano Raniero Palm.
El cierre del mercado en la Sala Zitarrosa, tuvo una de las muestras más intensas con los shows de la rapera Clipper, los sonidos urbanos y pop de Agustín Casulo, la vertiente psicodélica de Alucinaciones en Familia (una de las presencias más celebradas por el público indie que se hizo presente en la Zitarrosa), y el final con Flor Sakeo, que descargó un blues pesado y distorsionado, que impresionó a los visitantes.
Pensado como una manera de internacionalizar la música de Uruguay, a través del Proyecto OIMUS de la Fundación Fans de la Música, la cuarta edición encontró su punto de equilibrio entre un mercado cercano, sólido y que sirva de plataforma concreta para la circulación de los músicos: en las tres ediciones anteriores, más de 400 proyectos participaron del mercado y unos treinta artistas circularon internacionalmente como La Tabaré, La Imbailable, Se Armó Kokoa, Juan Mariño, Kira 1312, Diego Jansen y Eli Almic, entre otros.
La escena final de artistas y productores compartiendo las mesas del bar clásico Santa Catalina en la Ciudad Vieja definió el espíritu del encuentro: camaradería y colaboración en un mercado musical, que definitivamente abrió las puertas para la circulación de la música del Uruguay.